Es así como Karina Astete se plantea la construcción de este cuerpo de obra que consta de seis objetos escultóricos instalados en la naturaleza. Seis capullos que están construidos con materiales y técnicas poco convencionales en su superficie: pantys y tela de algodón cosidos a mano y en su interior molduras de partes de su cuerpo con vendas de yeso.
La construcción de estos capullos propone un juego de texturas, de sensación de contención y de refugio de esbozos de un cuerpo desarticulado, reordenado y dispuesto en un espacio, presentando así un lenguaje escultórico nuevo que atrapa al observador. Las transparencias y, sobre todo, la sutileza de las superficies conforman un espacio mágico y transcendente que nos sugieren las piezas que llevan dentro.
La delicadeza del montaje permite que visualmente, estas esculturas se adueñen del paisaje, modificándolo sutilmente. Pareciera que estas esculturas siempre hubieran pertenecido a ese entorno, atravesando y trascendiendo el tiempo y el espacio mismo que las acoge, echando raíces en una reivindicación de la naturaleza vinculada a los orígenes y en la búsqueda del sentido y el rol del cuerpo humano, en este caso femenino, contenido dentro de cada capullo.
Las esculturas contemporáneas ya no son los vehículos de pensamiento y de ética abstractos como lo eran antes; es por esto que renuncia conscientemente a técnicas elaboradas perfeccionistas, en pro de materiales heterogéneos, extraños a la tradición artística. Este tipo de obras ya incluye otros materiales que antes no eran tenidos en cuenta, los mismos que permiten al escultor liberarse de los condicionamientos convencionales y explorar a través de la materialidad un nuevo campo de sensaciones.
La construcción de estos capullos propone un juego de texturas, de sensación de contención y de refugio de esbozos de un cuerpo desarticulado, reordenado y dispuesto en un espacio, presentando así un lenguaje escultórico nuevo que atrapa al observador. Las transparencias y, sobre todo, la sutileza de las superficies conforman un espacio mágico y transcendente que nos sugieren las piezas que llevan dentro.
La delicadeza del montaje permite que visualmente, estas esculturas se adueñen del paisaje, modificándolo sutilmente. Pareciera que estas esculturas siempre hubieran pertenecido a ese entorno, atravesando y trascendiendo el tiempo y el espacio mismo que las acoge, echando raíces en una reivindicación de la naturaleza vinculada a los orígenes y en la búsqueda del sentido y el rol del cuerpo humano, en este caso femenino, contenido dentro de cada capullo.
Las esculturas contemporáneas ya no son los vehículos de pensamiento y de ética abstractos como lo eran antes; es por esto que renuncia conscientemente a técnicas elaboradas perfeccionistas, en pro de materiales heterogéneos, extraños a la tradición artística. Este tipo de obras ya incluye otros materiales que antes no eran tenidos en cuenta, los mismos que permiten al escultor liberarse de los condicionamientos convencionales y explorar a través de la materialidad un nuevo campo de sensaciones.
4 comentarios:
a
''..Vienen del musgo...mundo en el pasto..''
Karina.. es q m encanto..m emociono...brigio...todo... bkn... esverlo...
felicidades amigamia
Capullosdelsol...y una sonrisa delaastete...
Denisse
Karina: Tu texto esta un poco debil, afirmar"presentando así un lenguaje escultórico nuevo " me parece que no tiene fundamento, ojo con las palabras que utilizas.
franky wena krankyyyyyy
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